Marcos Cadenato y yo, coordinados por Garbiñe Larralde, tuvimos que enfrentarnos durante el mes de abril al microrreto 1 de rEDUvolution, una obra en la que María Acaso nos invita a hacer una revolución educativa. Para ello propone en su prólogo partir de una serie de dinámicas que actúen como microrrevoluciones y acaben socavando el sistema educativo actual, anclado en un paradigma más cercano al siglo XIX que a las dinámicas propias del siglo XXI. Por lo tanto, no se trataría de una macrorrevolución sino –según sus propias palabras- “de una sucesión de microrrevoluciones” que nos lleven a transformar aquello que no funciona.
Con este propósito, María Acaso nos ofrece en su libro cinco claves imprescindibles para contemplar la educación con una mirada crítica. Y la primera de ellas consiste en aceptar que “lo que los profesores enseñamos no es lo que los estudiantes aprenden”, que es, precisamente, el microrreto al que tuvimos que hacer frente nosotros.
Como primer paso Garbiñe nos propuso a Marcos y a mí, a través de un documento de Drive que compartió con nosotros, leer una publicación titulada “Educación líquida”, seleccionar la frase que más nos había impactado y escribir una reflexión personal sobre ella. Se trataba, como puede observarse, de una tarea sencilla. Y posiblemente Garbiñe esperaba de nosotros una respuesta clara, escueta y directa, lo cual es mucho esperar teniendo en cuenta que los profesores de Lengua tenemos una tendencia casi innata a escribir más de la cuenta y bastante más de lo que se espera de nosotros.
En cualquier caso, tanto Marcos como yo seleccionamos, curiosamente, la misma frase. Una frase en la que se recoge la visión que tiene el filósofo polaco Zigmunt Bauman acerca del panorama actual, “repleto de realidades flexibles donde apenas hay hueco para verdades absolutas y conocimientos sólidos”. Sin embargo -y como ya pronosticara la propia Garbiñe- el mismo texto provocó en nosotros diferentes lecturas y, por lo tanto, distintas interpretaciones. Así, Marcos llevó su reflexión al terreno personal, y comenzó hablando sobre cómo tenemos que convivir diariamente con profesionales de la enseñanza inflexibles e intolerantes al cambio, lo cual le dio pie a terminar con una firme declaración de intenciones: el próximo curso académico se declarará insumiso, independiente y autónomo frente a todos aquellos que se empeñan en aferrarse a lo que él denomina “mundo amarillo”, que no es más que el mundo del inmovilismo y del “no-cambio”. Yo, sin embargo, no quise -no sé si consciente o inconscientemente- entrar el pantanoso terreno de la realidad personal y preferí moverme en el terreno de la abstracción. Y hablé de que el mundo en el que vivimos ya no es un mundo lleno de verdades inamovibles sino un mundo líquido donde todo es fugaz e imprevisible y, por lo tanto, sujeto a continuos y permanentes cambios. Añadí, además, que por este motivo debemos estar preparados para adaptarnos a una realidad en la que todo es cambiante e impredecible, y lo que es más importante: debemos dotar a nuestros alumnos de mecanismos que les permitan adaptarse, reinventarse y renovarse constantemente. Y acabé enlazando esto con las reflexiones que recoge María Acaso en el primer capítulo de rEDUvolution, en el que afirma lo siguiente: “tenemos que crear nuevas formas de hacer basadas en un mundo en el que la verdad es cuestionada y donde los profesores no podemos ser los únicos intelectuales anclados en modos de verdad absolutos”, (pág. 54) y “aceptar que los contenidos que configuran nuestras clases no son LA VERDAD” (pág. 57).
Garbiñe nos contestó dándonos las gracias por hacer el ejercicio (la educación ante todo) y nos preguntó si se nos ocurría alguna modificación, ajuste o cambio con respecto al planteamiento original del microrreto 1. Y, a partir de ese momento, se hizo el silencio. Un silencio que duró varios interminables días en los que no cruzamos ni una sola palabra a través del Drive. Así que yo, dispuesta a romper ese silencio sepulcral en el que nos habíamos instalado, intervine para confesar que no tenía ideas pero que, a faltas de ideas, iba a reflexionar sobre tres de los puntos más destacados que desarrollaba María Acaso en el capítulo 1 del libro. A saber:
- La necesidad de aceptar el inconsciente.
- La importancia de las pedagogías invisibles.
- El concepto de ignorancia activa.
Y, ya puestos, aproveché la coyuntura para hablar largo y tendido, y explayarme a gusto y sin cortapisas. Y Marcos, acto seguido, hizo lo mismo. Y, a continuación, divagamos, bromeamos, nos reímos…
Unas semanas después, durante el VIII encuentro de EduCaféBilbao, Garbiñe afirmó que habíamos hecho un análisis muy profundo del capítulo 1 (¿?), que la habíamos dejado completamente descolocada (¿?), e incluso llegó a llamarnos -y cito textualmente- “monstruos de la lengua” (¿?). (Introduzco aquí un inciso para aclarar que el vocablo “lengua” ha sido empleado en este caso como sinónimo de “idioma”, no vaya a ser que a alguien le dé por pensar mal). Confesó, además, delante de todos los presentes, que llegó un momento en que no sabía cómo reconducir el tema y que éramos el grupo que más difícil se lo habíamos puesto. Completamente sorprendida por sus palabras, le comenté que mi impresión había sido muy diferente a la suya, ya que, comparados con los demás, Marcos y yo habíamos sido poco serios y nos habíamos tomado la tarea con humor. Quizás con demasiado humor. Y Marcos intervino para afirmar que él había tenido exactamente la misma impresión que yo. Aun así, reconozco que está bien eso de que Garbiñe piense que hemos sido serios y formales y que hemos hecho un análisis profundo. A lo mejor es que hemos sido más serios y formales de lo que nosotros pensábamos. O a lo mejor es que no hemos sido serios ni formales pero lo hemos sabido disimular muy bien. Quién sabe.
Y para terminar con esta larga parrafada y no extenderme más, concluiré diciendo que, frente a los demás grupos, que se dedicaron a elaborar vídeos muy ilustrativos y sugerentes, Marcos y yo -como el lector atento habrá podido deducir- no abandonamos en ningún momento el mágico mundo de la palabra escrita (salvo -todo hay que decirlo- por un audio que aportamos en medio de nuestras largas reflexiones). Por este motivo, Garbiñe decidió, con el buen criterio que la caracteriza, elaborar una presentación de Drive en la que recogió algunos extractos de las conversaciones informales que habíamos mantenido en torno al capítulo 1 de rEDUvolution. Presentación que -como es obvio y natural- reproduciré aquí:
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